miércoles, 23 de julio de 2008

!Vienen los rusos!


La última gracia: bases rusas

Conservar la mente abierta ante el despotismo del poder, mientras se padece su verborrea desmedida, es tarea ciclópea; con todo, habrá que seguir haciéndole frente a tanto acto desmedido. Tiempos vendrán de sentir el vientecillo del deber cumplido, aunque hoy sea gélido.

Es inconcebible que alguien pueda derrochar sin pestañear millones de dólares en artefactos bélicos, con el único deseo de satisfacer su apetencia personal, mientras la inflación desangra a dentelladas este desvalido pueblo, el cual bien hubiera merecido un mejor destino.

El amo iracundo, dueño de labrantíos de brea, extiende sus alas de acero sobre esta heredad cual si fuera Ares, el dios de la guerra. Algo debería hacerse para justificar esa bestialidad de dinero, gastado en las fauces de una Rusia gobernada por jerarcas de la antigua policía secreta de Stalin, la temible KGB, el cual cubriría todas las obras de los Juegos Olímpicos de China.

Mirando el horizonte cubierto de brunos nubarrones, emergió una idea con el alegato de darle salida a la embriaguez armamentista: conferirle a cada venezolano un fusil Kalashnikov, algunas granadas, dos arepas y unas hojas de coca, e invitarle, humedecido en fervor patrio, a salir al encuentro de alguna guerra tribal, aunque ésta se halle en el más lejano confín del planeta. Es tan lacerante la adquisición desmedida de armas, que la salida menos traumática, aun a sabiendas de estar ante un acto irresponsable de un Jefe de Estado, es absorberlo con humor; tarea nada fácil a cuenta de los delirios de grandeza expandidos sobre el más colosal arsenal bélico nunca visto en la República.

Ante tanta chequera caliente, si por error táctico faltasen reclutas, reservistas y ciudadanos capaces de manejar los artilugios de fuego extraídos de los sótanos del Kremlin, consigamos soldaditos de plomo.

Con ellos se dispondría del más colosal ejército en la historia moderna.

Chávez dijo ayer en Moscú algo delirante cara al futuro del país, y no obstante en consonancia a la mayoría de sus expresiones vacuas, contradiciendo el cacareado sentido de soberanía nacional tan pregonado en sus arengas basadas en el caudillismo del siglo XIX: "Si las Fuerzas Armadas rusas desean estar en Venezuela con sus bases militares, serán recibidas calurosamente".

No es gracia, sino morisqueta, y nadie debería jugar con pólvora en su casa. Recordemos la crisis de los misiles soviéticos de Cuba frente a Estados Unidos en 1962.

Rafael del Naranco
El Mundo
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