domingo, 8 de febrero de 2009
"Gas del bueno", seguramente dirían Himmler y Eichman.
Épica venezolana
Venezuela vive una epopeya. Millones de ciudadanos de a pie, antichavistas, no chavistas y aun muchos chavistas descontentos, se aprestan a votar por el No. Estos ciudadanos carecen de dirección y representación sólida; por sus propios medios y convicciones, cada cual se dispone a enfrentarse a una máquina gigantesca, la del Estado y sus dueños, decididos como nunca antes a imponerse con el ventajismo, la represión, el chantaje. Es una verdadera guerra asimétrica entre el venezolano cualquiera y la fuerza descomunal de un poder inescrupuloso.
Aparte de toda la significación política, que es obvia, hay una dimensión de belleza y drama en este momento. Son millones de los de abajo que han decidido negarse al capricho del poder; saben que lo hacen en total desventaja; saben que están en la mira; pero aun así, son capaces de sacar sus convicciones como escudo para enfrentar el avasallamiento obsceno del poder. Hay grandiosidad en esta pelea que no tiene jefes, que no tiene dirigentes, sino la serena convicción que poseen los que pasaron un umbral y dijeron hasta aquí, no más. Hay belleza en la resistencia individual, en la que cada cual hace lo que puede, serenamente, y expresa su decisión. Es el drama del diálogo de cada uno con Chávez, que le mira a los ojos y dice: No; ahora No; ya No; No más.
Cada quien sabe que la vida ha cambiado y volverá a cambiar. Es el individuo solitario que se le atraviesa a la columna de tanques de guerra en la plaza de Tiananmen en 1989 y logra detenerla, mientras el tanque que la encabeza frena, vacila, retrocede un poco, busca salirse, pero el ciudadano íngrimo y solo se le atraviesa a la máquina. Todo el poder del Partido Comunista Chino y del Ejército Rojo vaciló en ese instante, captado para la eternidad por una cámara indiscreta. El poder brutal triunfó, en el instante, pero el gesto encendió alguna llama que después ha brotado en la lucha por la libertad dentro de esa nación.
I. Acá está presente esa lucha. Véanse los rostros de los estudiantes en las calles. Sonríen. Al comienzo, cuando la lucha contra la clausura de RCTV, sonreían en las calles porque, tal vez, no sabían a lo que se enfrentaban. Era la risa de la inocencia. Hasta que supieron cuanta maldad podían acumular los jefes del poder. Pero no perdieron la sonrisa, ahora es la de los que van a la calle y se la juegan. Han visto la mueca horrorosa de quienes, con el alma llena de surcos por los muertos que cargan a sus espaldas, los acusan de burguesitos, hijos de papá. Lo que no atinan a entender los caporales es que los estudiantes saben, como nadie, a qué sabe la libertad, porque cuando se es joven la libertad sabe a miel.
¡Ah, las universidades! El poder tiene una compulsión de repetición con las universidades. Las odian. No hay nada más ajeno a la grotesca uniformidad roja y amenazante que esos espacios en los que se produce la alquimia entre conocimiento y juventud. Territorios en los que los estudiantes preguntan, contestan, cuestionan y aprenden a enamorarse. No es un cuartel, sino el anticuartel: no hay órdenes, sino argumentos; no hay uniformes, sino franelas de diferentes colores y voces, a veces estridentes, que cruzan pasillos y conventos. No; no lo pueden entender. No pueden entender que desde siempre los rectores hayan estado a la cabeza de las voces de aquellos a quienes dirigen. Allí estuvieron Rafael Pizani, Francisco De Venanzi y Jesús María Bianco, como hoy Cecilia García Arocha, Luis Ugalde y Benjamín Sharifker, entre otros más. Es que así es, el mismo espíritu que se enfrentaba a los allanamientos y represión del pasado está allí, entre las Nubes de Calder y el reloj de la plaza del Rectorado. Y es una lástima ver cómo unos cuantos que hoy forman parte de la fiesta del poder y que alguna vez estuvieron de este lado de las barricadas, estén en la sala de máquinas en la que se concibe y ejecuta la represalia cotidiana.
II. ¡Y qué decir de los judíos! Representan la diversidad y además son diversos entre sí; pero el poder los ve igual porque los construye calcados del molde de su odio: tipos enjutos de nariz ganchuda, que cuentan los billetes que han expoliado a los pobres; su mirada es torva y escurridiza para no admitir que la semana pasada mataron a Cristo y quieren pasar por inocentes. Los judíos, tan criollos como los que viven en Cantaura y en Tabay, han comenzado a ser estereotipados y convertidos en ciudadanos con algún adjetivo que les cuelga de su gentilicio como venezolanos. Así comenzó Hitler. Primero los identificaron por su condición cultural y religiosa (no eran alemanes, eran judíos); después no era "políticamente correcto" mezclarse con ellos; más adelante era una falta admitirlos; al final, la Solución Final. "Gas del bueno", seguramente dirían Himmler y Eichman.
III. Las mujeres son otra fuente de dilemas para los dueños del país. En esta degradación su papel está marcado desde que Chávez le ofreció "lo tuyo" a su esposa. La más reciente hazaña presidencial, hecha el mismo día que conmemoraban su golpe de Estado, fue decir que las mujeres que habían marchado en un gesto de protesta "necesitaban algo" y que su reclamo revelaba que los opositores no atendían bien a sus mujeres; lo cual significa en el lenguaje del hampa política que "no le dan lo suyo", "no las satisfacen"; ¡vaya, que no se las pasan bien por el arco de triunfo! Chávez, campeón del lenguaje procaz, puede haber roto una nueva marca en cuanto a insolencia al referirse de este modo a las mujeres. Esto es violencia extrema, que cuando empapa a los seguidores se traduce en incrementado machismo y acentuación de la intimidación. Pero allí están las mujeres, a la vanguardia de esta fuerza sin rostro, pero colosal. Se enfurecen y no las paran los escuadrones de la Guardia.
IV. Si Chávez gana el referendo como resultado del ejercicio de la violencia y el ventajismo del poder, ¿qué posibilidades habría de que perdiera las elecciones de Asamblea o del 2012? Si ganara en una situación de libertad y de juego equilibrado, a sus opositores no quedaría más alternativa que promover el convencimiento de un sector más amplio de ciudadanos. Pero, si gana como resultado de la violación de toda garantía democrática, la única posibilidad de su relevo del poder son las contradicciones dentro de su movimiento, sin que los procesos democráticos más o menos aceptables sean instrumento de alternabilidad.
En el cuadrilátero están los boxeadores, pero uno de ellos está amarrado a las cuerdas y magullado conjuntamente por el contendor, el referí, los jueces y el dueño de la carpa. En todo caso, votar No es el único instrumento a la mano, con la conciencia de que Chávez, si no tiene los votos, tratará de arrebatar. Dos veces quiso y lo hizo. Dos veces quiso y se lo impidieron los cívicos y los militares.
Carlos Blanco
El Universal
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