viernes, 16 de enero de 2009

Contra la burla, la risa




La pregunta aprobada es una mofa imperdonable que revela los miedos del propio gobierno.

El triunfalismo es el mayor riesgo al que se enfrentan los sectores democráticos. Si bien el “NO” exhibió una extraordinaria energía espontánea inmediatamente después del anuncio de la enmienda, el receso navideño fue aprovechado por el oficialismo para intentar nivelar las percepciones populares. Aunque aún están por verse los resultados de esta “ofensiva-defensiva” revolucionaria, es desaconsejable desatender los beneficios que pudo haber producido el esfuerzo desplegado por el gobierno en el transcurso de las últimas cuatro semanas.


Al margen de las mentiras sobre las que se fundamenta la campaña diseñada por la maquinaria propagandística del “Sí”, resulta una ingenuidad asumir que los desvelos del “proceso” están destinados inexorablemente al fracaso, sólo por el hecho de que sus mensajes irrespetan y subestiman la inteligencia del ciudadano de a pie. Visto sin apasionamiento, debe reconocerse -por el bien de la causa anti-reeleccionista- que el cuerpo argumental presentado en esta ocasión por Chávez y sus voceros contiene sutilezas tan graves como bien elaboradas, cuyo primer logro visible -al menos por ahora- es haberle añadido dificultades a la cruzada en favor del NO. Incluso, hacia allá está dirigida la iniciativa de involucrar a alcaldes y gobernadores.

Producto de un trabajo bien acabado, en el que se identificaron con evidente minuciosidad los mayores temores de la opinión pública en torno al tema de la reelección indefinida y del mandato vitalicio, los propagandistas rojos han construido ideas destinadas a ensombrecer las principales inquietudes del electorado. Si bien el ensayo no consigue disipar por completo los miedos detectados en sus estudios de opinión pública, luce claro, sin embargo, que el trabajo realizado posee la capacidad para reducirlos y para enredarle a los oponentes una partida que parecía ganada de antemano.

El asunto ensancha el reto de la comunidad democrática, obligada hoy a reiniciar de inmediato su campaña y a incorporar mayor creatividad en la elaboración de sus mensajes, intentando sacar provecho del recurso humorístico que dominó con fuerza la fase inicial de esta batalla. La espontaneidad que había adquirido el NO a finales de noviembre y principios de diciembre es una de las opciones para demoler el meticuloso edificio de leguleyismos levantado por quienes le proponen a Venezuela el establecimiento de una claque política perpetua. Si el oficialismo se burla de la inteligencia del venezolano, hay que confrontarle con el humor de aquellos a quienes se pretende engañar… La pregunta aprobada esta semana es una mofa imperdonable que revela también los miedos del propio gobierno. La gente común tiene entonces un rol estelar en la campaña. Su picardía es imprescindible. Cuando el tiempo aprieta, las alternativas se reducen a la risa. Ella siempre ha debilitado a las satrapías.


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