miércoles, 29 de abril de 2009

Ignorancia Presidencial


“Nadie se nos montará encima si no doblamos la espalda”. Martin Luther King (1929-1968) Religioso estadounidense, premio Nóbel de la Paz, líder de un movimiento defensor de los derechos fundamentales.


Ya se ha hecho habitual que escriba estas líneas con la voz de Hugo Chávez al fondo, en una de sus larguísimas y abusivas cadenas plenas de aplausos, de emociones patrioteras y de fanatismo ideológico, pero en las cuales no se ofrece una sola solución a nuestros graves problemas de inseguridad, de salud, de economía, de educación. El Presidente no está enterado de que a los venezolanos, chavistas o no, los matan en las calles para quitarles un celular o un par de zapatos. Que el sicariato está de moda. Que los secuestros express proliferan, empobreciendo a la clase media. Que mueren de mengua en las emergencias de hospitales abandonados. Que las carreteras están vueltas leña. Que nuestros jóvenes caen por centenares en balaceras de barrio. Que las escuelas públicas no tienen baños, que los vándalos roban las computadoras de los liceos. Que hay que levantarse de madrugada para ir a trabajar, tomando autobuses donde los pobres son asaltados para quitarles la paga de un día de trabajo o un celular de 40 bolívares. El Presidente ignora completamente a la clase media, a los angustiados pequeños propietarios, a esos que trabajan para vivir decentemente, a quienes quieren que sus hijos sean ciudadanos de un mundo civilizado y no monos de un cuartel.

Allí está, con la arenga de siempre, ésa que nos sabemos de memoria. Los mismos calificativos, la misma historia torcida. El merece la jauría que le rodea, la que persigue a Rosales por todos los medios judiciales, sin dejarle duda al mundo de por qué se asiló el alcalde maracucho. Para él todos los venezolanos que no comparten su primitivo modo de gobernar, digno de Ezequiel de Zamora y nunca de Simón Bolívar, están condenados al despojo, a la cárcel, al exilio y hasta a la muerte. Sólo se oye a sí mismo, a la olla de grillos que le zumba dentro de la cabeza. Y por supuesto, a su padre Fidel, a ese asesino de un pueblo de quien Dios no ha tenido piedad, para que viva bastante y sufra la intensidad de su enfermedad y de su vejez.

Qué lástima que Chávez sólo fue a Trinidad a hacer su show con Obama y no escuchó las sabias palabras del Presidente de Costa Rica, el Premio Nóbel de la Paz, Oscar Arias, en un discurso que comenzó comentando que siempre se iba a esas Cumbres a pelear o a reconciliarse con Estados Unidos. Y que Estados Unidos no tenía la culpa de lo que era Latinoamérica, porque somos nosotros quienes hemos hecho algo mal. Quisiera compartir parte de ese corto discurso que pronunció Arias y que ojala alguno de los Presidentes presentes haya escuchado con atención:

“¿no puede ser que América Latina se gaste $50.000 millones en armas y soldados? Yo me pregunto: ¿quién es el enemigo nuestro? El enemigo nuestro, presidente Correa, de esa desigualdad que usted apunta con mucha razón, es la falta de educación; es el analfabetismo; es que no gastamos en la salud de nuestro pueblo; que no creamos la infraestructura necesaria, los caminos, las carreteras, los puertos, los aeropuertos; que no estamos dedicando los recursos necesarios para detener la degradación del medio ambiente; es la desigualdad que tenemos, que realmente nos avergöenza; es producto, entre muchas cosas, por supuesto, de que no estamos educando a nuestros hijos y a nuestras hijas.

Uno va a una universidad latinoamericana y todavía parece que estamos en los sesenta, setenta u ochenta. Parece que se nos olvidó que el 9 de noviembre de 1989 pasó algo muy importante, al caer el Muro de Berlín, y que el mundo cambió. Tenemos que aceptar que este es un mundo distinto, y en eso francamente pienso que todos los académicos, que toda la gente de pensamiento, que todos los economistas, que todos los historiadores, casi que coinciden en que el siglo XXI es el siglo de los asiáticos, no de los latinoamericanos. Y yo, lamentablemente, coincido con ellos. Porque mientras nosotros seguimos discutiendo sobre ideologías, seguimos discutiendo sobre todos los “ismos” (¿cuál es el mejor? capitalismo, socialismo, comunismo, liberalismo, neoliberalismo, socialcristianismo…), los asiáticos encontraron un “ismo” muy realista para el siglo XXI y el final del siglo XX, que es el pragmatismo. Para solo citar un ejemplo, recordemos que cuando Deng Xiaoping visitó Singapur y Corea del Sur, después de haberse dado cuenta de que sus propios vecinos se estaban enriqueciendo de una manera muy acelerada, regresó a Pekín y dijo a los viejos camaradas maoístas que lo habían acompañado en la Larga Marcha: “Bueno, la verdad, queridos camaradas, es que mí no me importa si el gato es blanco o negro, lo único que me interesa es que cace ratones”. Y si hubiera estado vivo Mao, se hubiera muerto de nuevo cuando dijo que “la verdad es que enriquecerse es glorioso”. Y mientras los chinos hacen esto, y desde el 79 a hoy crecen a un 11%, 12% o 13%, y han sacado a 300 millones de habitantes de la pobreza, nosotros seguimos discutiendo sobre ideologías que tuvimos que haber enterrado hace mucho tiempo atrás.

La buena noticia es que esto lo logró Deng Xiaoping cuando tenía 74 años. Viendo alrededor, queridos Presidentes, no veo a nadie que esté cerca de los 74 años. Por eso solo les pido que no esperemos a cumplirlos para hacer los cambios que tenemos que hacer”.

¿Lo escucharía Chávez? ¿Lo entendería Evo? ¿Estaría sobrio Ortega? En pocas líneas, Arias retrató la tragedia que vive actualmente Latinoamérica: un retroceso dramático a los años 60, a ideologías superadas, a sistemas económicos comprobadamente fracasados y unos líderes alimentando con palabrería populista a pueblos hambrientos, mientras sus cómplices medran en las arcas nacionales. Estamos viendo la antesala de las verdaderas revoluciones. Esas en las que un pueblo harto acaba con todo. Está anunciado. Periodistas y demócratas lo hemos dicho. Quien quiera que lo escuche. Mientras tanto, aquél sigue hablando.

Hasta el próximo miércoles.
AQUÍ ENTRE NOS

* La Iglesia venezolana aprieta las tuercas de la disciplina a los sacerdotes que cuestionaron la autoridad del Obispo de Puerto Cabello, Monseñor Ramón Viloria, quien se negó a convertir el acto de Bendición del Mar, que se celebra desde hace 147 años, en un conflicto político con el alcalde chavista Rafael Lacava. Mientras los sacerdotes de la Diócesis acompañaron al Obispo en la Catedral a la ceremonia, el alcalde realizó por su cuenta el acto religioso de la Bendición del Mar, con el apoyo de tres sacerdotes importados: Edmundo Cadenas, capellán de la Universidad Católica Santa Rosa, cuyas autoridades, sacerdotes en rebeldía, usurpan esa propiedad de la Iglesia Católica venezolana. Cadenas es el mismo sacerdote que recibió a Hugo Chávez en el estadio de Boconó en el año 2000, el mismo que apareció en el Aló Presidente N 261 bendiciendo a Chávez y proclamándolo “heredero del espíritu del Libertador”. Los otros dos sacerdotes, Máximo Ochoa, de la Parroquia La Pastora de Caracas y José Luís Salessi, capellán del Comando de Seguridad Vial del estado Yaracuy, concelebraron la eucaristía a bordo de una gabarra ubicada frente a los feligreses. Ellos rechazaron ese día que la Iglesia pudiese sancionarlos por afrentar la autoridad del obispo porteño. Ahora, el mismo Monseñor Viloria anunció la medida de “suspensión canónica” para los tres presbíteros. Esta suspensión implica la prohibición de ejercer el ministerio sacerdotal y fundamentalmente los despoja de sus derechos como sacerdotes pero no de sus deberes. Junto con el “entredicho” y la “excomunión”, la suspensión canónica (sólo aplicable a sacerdotes) es una de las tres graves penas con que el Derecho Canónico castigas las infracciones. La sanción sólo les será levantada a estos tres sacerdotes, de conocida simpatía revolucionaria, cuando “hagan pública una confesión de su adhesión a la unidad de la Iglesia y resarzan el daño que hayan podido causar a la feligresía de la Iglesia Diocesana”. El siguiente en la lista es Adolfo Rojas, el cura que oficia las misas del 4 de febrero con casulla roja y obliga a los presentes a hacer juramentos de fidelidad a Chávez ante un crucifijo. La Diócesis de Barquisimeto, a la que pertenece, estudia su caso.

*Pero la Iglesia no la tiene fácil con esta ebullición de curas rojos, brotes jurásicos de la teoría de la liberación de los años 70 que tanto daño hizo a la unidad católica. Ejemplo de esto es el Presidente de Paraguay, Monseñor Fernando Armindo Lugo Méndez, de 57 años, perteneciente a la congregación de los misioneros del Verbo Divino, quien renunció en 2005 como obispo de la diócesis de San Pedro, adquiriendo así el título de obispo Emérito. Sin embargo, la Iglesia le advirtió que podía renunciar al cargo pero no lanzarse a la carrera política y se le indicó que sus inquietudes sociales debía canalizarlas a través de la acción pastoral y no precisamente por la vía electoral. Al desobedecer la indicación, el Vaticano se vio obligado a suspender canónicamente a Monseñor Lugo, pero aunque no pueda ejercer el sacerdocio, él sigue siendo consagrado y sus votos están intactos, por lo tanto su conducta promiscua antes y después de dejar el Obispado de San Pedro, es motivo de excomunión, lo cual podría ser posible en los próximos días. Su irrespeto grosero hacia su sagrada investidura, sembrando hijos de manera irresponsable (dicen en Paraguay que podrían ser hasta 9 los hijos del ex Obispo), violentando sus votos y su Iglesia, está dando a los paraguayos la medida de la moral y los valores de su Presidente.

*Como un hecho insólito, aparece en el blog de la cubana Yoani Sánchez ( Premio Ortega y Gasset 2008 de Periodismo Digital), la realización de un cacerolazo este viernes 1 de mayo a las 8,30 de la noche en La Habana, para protestar la prohibición de entrar y salir de la isla cuando se quiera, de viajar, de circular libremente. No sabemos si la dictadura castrista permitirá tal gesto de rebeldía pero el simple anuncio ha corrido como pólvora entre los cubanos, ansiosos de expresión. Sin embargo, para ese mismo día el régimen ha convocado una gran marcha a la cual asistirán obligatoriamente desde escolares hasta trabajadores, todos ellos dependientes del gobierno, por lo tanto esclavos de los Castro. Marcharán según dice su proclama, por la Patria. Y la “invitación” termina con la cínica frase “¡Viva Cuba Libre!”. A mirarse en este terrorífico espejo, venezolanos.

* Con motivo del Día de la Tierra, nuestra lectora Diana de Martín escribe: “Expreso mi preocupación por el estado de los árboles de nuestras avenidas. Cuando vengo por mi vía habitual (la autopista zona industrial- Puerto Cabello) los pocos árboles que quedan están llenos de parásitos (tiñas, guatepajaritos, etc.). Como es sabido, estos parásitos, se nutren de la savia y hasta que el árbol no se muere no lo dejan tranquilo. Me gustaría que nos ayudaran a emprender una campaña para que los organismos competentes actúen, comiencen una poda fitosanitaria y salvemos los árboles que todavía quedan. En mi próximo recorrido, contaré los árboles muertos (pudieron ser salvados con una simple poda) y los que aún pueden ser rescatados. Es una lástima como el ambiente (a todo nivel) se ha degradado y nuestra indiferencia lo ha permitido”. Y agrego, la temperatura en Valencia se ha elevado casi tres grados en los últimos dos años, con las podas indiscriminadas de árboles en la Av. Bolívar por parte del Metro, por el arrase de zonas verdes para construir en este caos urbano. La vegetación y las laderas de las colinas circundantes de Valencia son destruidas sistemáticamente y el Instituto Municipal del Ambiente no sabemos siquiera si todavía existe. Pronto Valencia se parecerá a un peladero de chivos, pura tierra y sol.



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