Mucha gente se pregunta cuál es el efecto práctico de las acciones internacionales de rechazo y condena que se van acumulando contra Venezuela desde hace algún tiempo. Es evidente que las mismas no van a conseguir que baje el precio de la carne ni del arroz pero no por ello se puede afirmar -como muchos lo hacen- que todo aquel esfuerzo es energía perdida. Veamos algunos ejemplos.
Asilo de Nixon Moreno: El Gobierno nacional, aun después de que la Santa Sede le notificó la concesión de asilo político a ese ciudadano, se niega tercamente a otorgarle el salvoconducto para salir del país al cual está obligado por la normativa y reiteradísima práctica internacional. Seguramente ni habrán oído de la sentencia de la Corte Internacional de Justicia hace medio siglo en el caso de Haya de la Torre. Venezuela caza un desagrado nada menos que con el Vaticano. Ninguno de los que ha escogido ese camino en los últimos dos milenios ha logrado sobrevivir, la Iglesia sí. ¿Conclusión?
Parlamento Europeo: Se afirma con desparpajo que la reciente condena de ese prestigioso cuerpo deplorando las inhabilitaciones políticas es írrita. Parlamentarios vernáculos se rasgan las vestiduras porque el quórum de la resolución europea ha sido reducido. ¿Será menos legítimo que la escuálida votación que consagró a todos estos tribunos de medio pelo en el año 2005? Esos eurodiputados no representan a sus gobiernos sino a los partidos políticos de sus países y como tal harán las presiones necesarias las cuales, reiteradas y coordinadas, suelen ser efectivas.
Lech Walesa: A un señor que encarna en su persona el mérito de haber sido el gatillo que liquidó el comunismo ruso y de Europa Oriental no se le puede decir que se le prohíbe viajar a Venezuela. Así pues se recurre al truco de que no se puede garantizar su seguridad para obligarle a desistir de la visita programada a invitación de la UCV. Esa noticia dio ya la vuelta al planeta y la imagen del Gobierno “bolivariano” ante el mundo democrático sufrió otro retroceso. El único que no se dio cuenta parece ser la embajada de Polonia en Caracas que a la hora de amarrarse los pantalones “arrugó” ante el caudillo que aún puede ofrecer algún negocio. Los otros observadores que sí vinieron darán cuenta de lo que vieron.
Mentir con las estadísticas: Se miente descaradamente en la información que se suministra acerca de la producción petrolera, los índices de alfabetización, la efectividad de las misiones, el cumplimiento de las “metas del milenio”, la inflación, etc. En lo que no se puede mentir se hace ocultamiento y la opacidad es la línea de la política informativa oficial. Resultado: pérdida total de credibilidad y desplome brutal de la cotización de la deuda soberana. Revise usted a cuánto cotizan los bonos de la República o los de Pdvsa y saque conclusiones.
El Gobierno que hace todo lo anterior y más aún, es el que pretende que las próximas autoridades de Washington los llame a “dialogar”. Yo te aviso. Diálogo habrá, a todos conviene, pero no parece que Mr. Obama sea de los que come cuentos de camino sacados de la galera de un mago barinés.
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