‘El presidente venezolano Hugo Chávez es un mentiroso y un alborotador’. Esto es algo que pueden decir los congresistas y los columnistas; sin embargo, lo correcto en el caso del presidente Obama es no hacerlo, aun cuando sus críticos exigen una política más fuerte en contra de su homólogo venezolano.
Prueba del efecto de este orden diplomático es el hecho de que Chávez y sus planes socialistas a nivel regional han perdido territorio en Latinoamérica desde que Obama llegó a la presidencia de los Estados Unidos y la posterior asignación de Hillary Clinton como secretaria de Estado.
Tan solo la semana pasada, dos de los aliados de Chávez se han alejado del Primer Mandatario venezolano. Como era del saber general, Ecuador y Venezuela se habían unido en contra de Colombia debido a la guerra de guerrillas que se estaba librando en esa zona. No obstante, el presidente ecuatoriano Rafael Correa ha accedido a un acuerdo con su homólogo colombiano, Álvaro Uribe.
El vicepresidente de Ecuador informó que su país no iba a dejar que Chávez los arrastrara a una guerra con Colombia y su ministro de defensa rechazó el intento de Venezuela de clasificar a las FARC como sectores legítimos del estado. El ministro señaló que la política de Ecuador en cuanto a las FARC es de “tolerancia cero”. Mientras que Venezuela obviamente provee de armas a las FARC, a pesar de sus rotundas negaciones al respecto, los oficiales colombianos y estadounidenses establecen que Ecuador ha estado tomando duras medidas contra la guerrilla en su frontera. Una emboscada por parte de Colombia a un campamento de las FARC dentro de Ecuador llevó a la ruptura de relaciones entre los dos países.
Entretanto, el Congreso Paraguayo ha forzado al presidente de izquierda Fernando Lugo a retirar el proyecto que hubiese permitido a Venezuela acceder a tener un puesto en el pacto de Mercosur que incluye a Brasil, Argentina y Uruguay. Por su parte, Brasil rechazó la membresía de Venezuela el año pasado.
En cuanto al caso de Honduras, el movimiento de influencias de Chávez para que Manuel Zelaya regresase como el presidente de ese país se ha ido disipando en el tiempo, pues parte del continente ha llegado a aceptar el hecho de que el mismo Zelaya buscó su salida al querer forzar lo establecido en la constitución. Su retiro del poder no se le acerca a los estándares regulares de un golpe de estado, ya que los militares lo sacaron del país después de que la Corte Suprema ordenara su arresto por haber violado la constitución. Zelaya estaba tratando de seguir el ejemplo demagogo de Chávez de emplear plebiscitos para modificar las instituciones democráticas del país. Con respecto a este caso, el gobierno de facto hondureño insiste que dejará regresar a Zelaya sólo para enjuiciarlo.
Por otra parte, los aliados argentinos de Chávez, la presidenta Cristina Fernández de Kichner y su marido han perdido recientemente las elecciones del congreso y ahora son minoría en su país. Esto particularmente reduce la gran influencia de Chávez a dos países, Bolivia y Nicaragua. Algo que también está debilitando su poder son los problemas económicos de su país y el mal manejo de las reservas petroleras, lo que se ha reducido su grandeza. Prueba de esto es que este año tan solo ha aportado US$ 6 millardos a la asistencia de países necesitados, comparado con US$ 79 millardos el año pasado.
Una prueba clave de la influencia de Chávez vendrá cuando la Unasur se reúna la semana que viene en Buenos Aires para discutir el acuerdo aprobado esta semana en el que se estipula el uso de las bases militares colombianas por el ejército estadounidense.
Chávez condena este acuerdo y lo cataloga como una amenaza a la región, basando su punto en pasadas intervenciones estadounidenses. Los detalles finales aún están siendo negociados, pero Obama, Clinton y Uribe insisten en que este acuerdo de diez años es una simple extensión del Plan Colombia para combatir el narcotráfico y la guerrilla. Sin embargo, debido al nivel de confidencialidad con el que se estaba manejando, los negociadores dejaron que se proyectara como un plan estadounidense y no como uno colombiano.
Finalmente, los críticos que exigen políticas belicosas que pueden llevar a romper relaciones con Venezuela deberían estudiar el fracaso de este tipo de procedimientos con Cuba, Irán, Norcorea e Irak. Chávez es una molestia pero no una amenaza para los Estados Unidos y tiene que ser manejado teniendo en cuenta al hemisferio entero. Por los momentos, Obama y Clinton van por buen camino.
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