¿Cómo interpretar la brutal orden de Bocasucia de reprimir las manifestaciones estudiantiles? Su palabra mediocre e inculta, irresponsable y chapucera, pero sobre todo soez y violenta ha tenido siempre consecuencias inmediatas y a largo plazo.
Un líder, un comunicador y en especial un Presidente modelan conductas y producen consecuencias en la sociedad. Eso lo sabe Chacumbele, pero como su capacidad de incidencia es cada vez menor ahora se permite dar órdenes directamente de naturaleza represiva “échenle gas del bueno y métanlos presos”.
Antes las dejaba caer veladamente, como quien olvida algo (”por ahora”) o aparentaba un poco de testículos y las asumía directamente él (”voy a freir en aceite las cabezas de adecos y copeyanos”).
Llegado al gobierno las insinuaba como una posibilidad para ocultar su estímulo a la delincuencia(”yo también robaría para darle de comer a mis hijos”), o las matizaba con sabor popular para hacerlas pasables (”desde hoy le apretaré las tuercas a quienes se nieguen a acatar las leyes”).
Cuando la gente se le alzó, aunque mucho muertos, heridos y presos dejó, el lenguaje lo mantuvo en la alerta persuasiva (”andamos armados por si alguien se equivoca”), en la advertencia del que no te quiere joder (”somos pacíficos pero la revolución está armada”), o en el llamado a la defensa (”hay que crear Circulos Bolivarianos para defender la revolución”).
Eran otros tiempos, se permitía exhibir sus dotes de cínico y manipulador. Con el agua al cuello en 1992, dio la cara (”asumo la responsabilidad de los hechos”) o al necesitar tiempo para recuperarse fue capaz de mojar la sotana de Monseñor y crucifijo en mano retractarse como aquel 13 de abril de 2002 (”pido perdón”).
Pero ahora, ahogado por una fuerza llena de frescura, sin pasado cuartorepublicano, irrefutable en sus planteamientos, madura en su proceder y gallarda en la calle, como lo es el movimiento estudiantil, se presenta pesado, sin capacidad de maniobra, patético, desequilibrado, inseguro, fuera de sí. Se ve peor que aquel 21 de diciembre de 1999, cuando ordenó “Mano dura” contra los saqueadores en Vargas, que en su mayoría eran hambientos buscando saciar su hambre. Una orden que en aquellos aciagos días llevó a Vanessa Davies, antes de su conversión al culto del amo, a preguntarle si sus palabras “eran una licencia para impulsar los abusos”.
En circunstancias más o menos normales, la primera tentación de cualquier joven ante su “orden” sería asumir su “orden” como un reto y caería en el juego de replicarle en los mismos términos, poniendo el pecho para que lo repriman. Pero ya lo conocen, todo el mundo sabe el color de sus medias, como todo charlatán cobardón es un sádico provocador. Por eso la gente ha optado por burlarse y tocarle el trasero señalando que el tipo lo que anda es chorreado por la pela que le espera el 15 de febrero. Los jóvenes han puesto al descubierto su burda maniobra y no están dispuesto a morder el anzuelo. Eso sí los muchachos continuaran en la calle, nada de lo que haga hará salir al movimiento estudiantil de su cauce democrático, institucional y pacífico.
Claro está, para las turbas chavistas no hay equívocos. La moneda tiene otra cara, primero pasan por taquilla y de inmediato asumen que la orden del amo es una orden y punto. Mandé y su voluntad será ejecutada, es la regla que priva siempre y cuando previo sea el pago. Los malvivientes tienen en la orden de Bocasucia una Licencia para Matar y como “por la plata baila el mono” están dispuestos a usarla.
Como era de esperarse, la orden represiva devino en violencia del malandraje chavista del fin de semana, seguro vendrán nuevas agresiones. Los primeros blancos fueron el presidente de la FCU de la UCV, Ricardo Sánchez, y la sede de la Alcaldía Metropolitana. Ni siquiera esperaron una manifestación pacífica para atacarla, las turbas mercenarias actuaron conforme a la orden del amo. Así será la cagueta de su excelencia el Abusador de Sabaneta que movió el billete, habilitó al malandraje y aceleró los ataques. Le arrechó mucho ver que su amenaza fue tomada a burla por los estudiantes. Stalin González lo dijo claro: Mentira Fresca “le tiene miedo a la juventud”.
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