viernes, 3 de abril de 2009
Él mismito se está matando
A Chacumbele, transformado en un tirapiedras mundial, ya le queda poca credibilidad internacional y la poca que tiene no vale nada.
Chávez, por estos días, tiene a millón el síndrome de Chacumbele. En la reunión de Qatar tuvo las bolas de reclamarle a la presidenta Bachelet las invitaciones al vicepresidente de Estados Unidos, Biden, y al primer ministro británico, Brown, a la reunión de Chile, como si los gobiernos de América Latina estuvieran obligados a pedirle su "visto bueno" al Gran Charlatán para invitar gente a su casa. Su resuello por la herida fue cósmico, no ve que lo dejaron afuera. Pero es que ya no califica.
Quiero recordar, para quienes todavía no lo saben, que el apelativo Chacumbele corresponde a una guaracha cubana de los años 40 del siglo pasado, referida a un policía habanero apuñaleado por su esposa cuando lo cazó con otra, y cuyo estribillo rezaba "Pobrecito Chacumbele, él mismito se mató".
Además, ¡cuándo no!, el Gran Desintegrador de la comarca sostuvo que Bachelet "amenaza la unidad suramericana", ¡él, que estaría dispuesto a romperla si no lo invitan a una reunión! Para colmo, cuesta abajo en su rodada al autoaislamiento, Chacumbele tuvo también los riñones de invitar a Venezuela al mandatario de Sudán, cuyo arresto solicitó la Corte Penal Internacional para juzgarlo por crímenes de lesa humanidad.
Debo advertir que este minicronista tiene serias reservas acerca de la competencia de la CPI para dictar sentencias de arresto contra mandatarios en ejercicio, sean quienes sean. Eso es muy peligroso para las relaciones internacionales, en un mundo dominado por grandes poderes, en el cual habría unos "arrestables" y otros, los grandotes, al abrigo de tales sentencias. Chacumbele tal vez tiene razón al protestar la desición de la CPI, pero la pierde totalmente al invitar a nuestro país a un tipo que efectivamente es un asesino desalmado, que ha provocado matanzas de miles y miles de personas en el sur de Sudán, calificado criminal de lesa humanidad. A Chacumbele, transformado en un tirapiedras mundial, ya le queda poca credibilidad internacional y la poca que tiene no vale nada.
Pobrecito Chacumbele, él mismito se está matando.
TalCual
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